martes, 31 de enero de 2017

ALGO QUE PODRÍA CAMBIAR UN PARADIGMA DEL "ARTE MODERNO" ¿Y SI DUCHAMP NO FUE EL AUTOR DE LA "FUENTE"?

Desde que en 2002 la investigadora canadiense Irene Gammel identificara a la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven como, muy probablemente, la verdadera creadora de la Fuente original (que fue fotografiada, pero que desapareció; las obras en los museos son 17 réplicas que décadas después encargó Duchamp), hay un movimiento creciente para darle a ella el lugar que merecería.

Julian Spalding, ex director de museos de Glasow, no va con medias tintas al respecto. Asegura a La Nación revista que, tras el trabajo de Gammel, el historiador del arte Glyn Thompson el año último "finalmente pudo probar, sin ningún atisbo de duda, que la autora del mingitorio era Elsa al identificar al original que había usado, e incluso encontrar uno todavía en uso".

Asegura que, como ex director de museo que habría caído en la falacia de atribuir en un libro la Fuente a Duchamp, junto con Thompson escribió a todos los museos del mundo que tienen una de las copias de Duchamp del mingitorio pidiéndoles que cambien la etiqueta que los acompaña, argumentando que es la función del museo decir la verdad. "Sólo cuatro de los 12 museos me respondieron, y de ellos sólo el Tate Modern, después de meses de correspondencia, aceptó introducir una pequeña aclaración al respecto en lo que se dice sobre la Fuente en su sitio web, pero no en la ficha que acompaña las obras", lamenta.

A Spalding no lo sorprendió la negativa, dado todo lo que estaba en juego. De probarse que la Baronesa Elsa, como era conocida en la bohemia neoyorquina, fue la autora de la obra, "cambiaría totalmente la ortodoxia del mundo del arte -sostiene-. Todos los libros de historia del arte moderno tendrían que ser reescritos, los cursos de educación en las artes cambiados, las políticas curacionales y las compras de los coleccionistas repensadas, y el valor de las obras y las reputaciones de muchos de los nombres más famosos del arte contemporáneo reasignados. También habría que cambiar el comienzo del arte conceptual que ahora oficialmente comienza en la década del 60 cuando Duchamp promulgó su mentira, a 1917".A Spalding no lo sorprendió la negativa, dado todo lo que estaba en juego. De probarse que la Baronesa Elsa, como era conocida en la bohemia neoyorquina, fue la autora de la obra, "cambiaría totalmente la ortodoxia del mundo del arte -sostiene-. Todos los libros de historia del arte moderno tendrían que ser reescritos, los cursos de educación en las artes cambiados, las políticas curacionales y las compras de los coleccionistas repensadas, y el valor de las obras y las reputaciones de muchos de los nombres más famosos del arte contemporáneo reasignados. También habría que cambiar el comienzo del arte conceptual que ahora oficialmente comienza en la década del 60 cuando Duchamp promulgó su mentira, a 1917".

Fue en 1917 cuando Duchamp propuso, para la primera muestra anual de la Sociedad de Artistas Independientes que se realizó en el centro de exposiciones The Grand Central Palace de Nueva York, un mingitorio de porcelana blanca con la firma R.Mutt. Si bien las reglas de la institución sostenían que las obras de todos los artistas que pagaran la inscripción debían ser aceptadas, ésta fue rechazada por el comité a cargo. Fuente fue expuesta y fotografiada en el estudio de Alfred Stieglitz, y la imagen se publicó en la revista dadaísta The Blind Man, pero el original se perdió. En 1960, Duchamp comisionó 17 réplicas, las cuales existen hoy, la mayor parte en grandes museos, y Fuente, que devino emblema del arte ready-made, es considerada por los teóricos del avant garde uno de los grandes puntos de inflexión del siglo XX.

"En mi libro Baroness Elsa: Gender, Dada, and Everyday Modernity, fui la primera en proponer la teoría de que ella podría haber estado involucrada en la concepción de la Fuente, que se suele atribuir exclusivamente a Duchamp -cuenta Gammel-. Me llamó la atención que Duchamp mismo atribuyera el objeto a una amiga en una carta de 1917 a su hermana y encontré mucha evidencia circunstancial que apuntaba en esa dirección."

Por ejemplo, Gammel, cuyo libro fue aclamado por Marina Abramovic y Yoko Ono, cuenta: "Muy importante es que su estética escatológica y queer está reflejada en esa obra. La Baronesa era famosa por su humor escatológico y se refería al poeta William Carlos Williams como WC (por water closet, inodoro). Era muy amiga de Duchamp y ambos colaboraron con Man Ray en un film sobre la baronesa afeitándose el vello púbico. Ella estaba dispuesta a todo para provocar. Incluso la firma R. Mutt se lee en alemás como Armut, o pobreza, que bien reflejaba su situación económica, ya que la Baronesa era indigente y dependía de los demás para sobrevivir". Aunque Gammel sostiene que la cuestión de la autoría en su opinión no está del todo cerrada, la excitación cuando empezó a encontrar tanta evidencia fue enorme.

Elsa von Freytag-Loringhoven nació el 12 julio de 1874 como Elsa Hildegard Plötz en Swinoujscie, que en ese entonces pertenecía a Alemania. Estudió arte en Dachau antes de casarse, en 1901, con el arquitecto berlinés August Endell. Tenían una relación abierta, y en 1902 se enamoró de un amigo de su marido, Felix Paul Greve -poeta y traductor de origen alemán que años más tarde se convertiría en el autor canadiense Frederick Philip Grove-. En 1910, ambos de mudaron a los Estados Unidos y tuvieron una pequeña granja en Kentucky. Cuando él la abandonó, ella se marchó a Nueva York, donde conoció a quien se convertiría en su tercer marido, el barón alemán Leopold von Freytag-Loringhoven, que había huido de Europa escapándose de deudas impagas. Se casaron en 1913 y a partir de ese momento empezó a ser conocida como la baronesa dadaísta Elsa von Freytag-Loringhoven.

Instalada en Nueva York y ya separada de Leopold, que se esfumó en el aire, Elsa trabajó como modelo y así conoció a Djuna Barnes, Man Ray y Marcel Duchamp, con quienes tuvo una relación personal y artística intensa. La baronesa Elsa esculpía, escribía poesía vanguardista -en ocasiones ilustrada con dibujos- y realizaba performances callejeras, además de diseñar vestuario a partir de objetos encontrados, en general en la basura o robados. La revista The Little Review la presentaba como "la única persona viviente en el mundo que se viste Dadá, ama Dadá y vive Dadá".

"Estaba tan adelantada en el tiempo que recién ahora podemos comprenderla -se entusiasma John Higgis, autor del libro Historia alternativa del siglo XX. Más extraño de lo que cabe imaginar-. Se dice que fue la primera artista Dadá norteamericana, aunque yo la considero más bien como la primera punk de Nueva York, que llegó a escena 60 años demasiado temprano."

"Durante la Primera Guerra, ver a una mujer usando tortas de sombreros, estampillas como maquillaje y jaulas de pájaros como ropa era incomprensible. Pero ahora hasta los niños pequeños pueden ser fans de Lady Gaga y absorber sin problema cuando lleva un vestido hecho de bife. Ciertamente la baronesa Elsa fue la primera Lady Gaga. Como dijo Duchamp mismo, "la baronesa no es una futurista; ella es el futuro".

Pero ¿qué pasaría si el sentido original adjudicado a la obra no fuera verdaderamente el sentido original? La versión más aceptada es que el mingitorio de Duchamp era un crítica al mundo del arte, pero si se trata de una concepción original de la baronesa Elsa, esta crítica podría haber sido algo muy distinto. Los especialistas sostienen que la firma R. Mutt puede ser vista como un juego de palabras con Urmutter, la Madre Tierra alemana, y la obra en sí como una protesta de Elsa sobre lo que los Estados Unidos estaba haciendo con su país natal. Es decir, una intención alejada a cualquier crítica del estado del arte, a la estetificación de los objetos cotidianos o al consumismo sin reflexión. Pero Higgs no se exaspera. "En todo caso, esto hace a la Fuente más interesante. Duchamp estaba interesado en desafiar la idea de que el arte era producto del oficio del artista, independientemente de su audiencia. Que su obra más famosa sea por una idea que no era suya irónicamente lo ayuda a probar precisamente ese punto", concluye.

"Todo esto es extremadamente apropiado ya que el arte de vanguardia a menudo radicalmente cuestiona las nociones establecidas", concuerda Gammel.

Juana Libedinsky, revista La Nación del 29 de enero.-









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