sábado, 5 de marzo de 2016

UN ESTEOROTIPO ARGENTINO: EL INGRESO UNIVERSITARIO IRRESTRICTO

Hace unos días, frente a público universitario de Boston, tuve que aclarar -con cierta vergüenza- que en Argentina se obliga por ley al ingreso irrestricto en la Facultad. Menos mal que nadie preguntó por los resultados, y sólo sonrieron frente al dato pintoresco.
Otro estereotipo argentino que se defiende aun cuando la realidad demuestra de sobra su ineficacia: el 65% de quienes terminan el secundario en la Argentina intenta ingresar a la Universidad (aclárese que ese 65% es menos de la mitad de los que entraron al secundario, la otra mitad deserta). De ese 65 que entra, el 20% abandona antes de rendir el primer examen, y el resto aprueba alguna materia pero no llega al año siguiente. Antes del segundo año la mitad del 65% inicial ya abandonó, a la recta final sólo llega el 20%. En América latina sólo Argentina Uruguay, Bolivia y Guatemala reivindican el ingreso irrestricto basado en un confuso argumento sobre el acceso de las clases vulnerables: sólo el 5% de la matrícula proviene de esos hogares y el 30% integra el quintil más favorecido de la población. O sea: la clase baja -con sus impuestos directos e indirectos- sostiene la educación de la clase media. En Ecuador, por ejemplo, se aumentó la presión del examen: quienes opten por Medicina o Ciencias de la Educación deben obtener 800 puntos sobre 1.000, y 600 los de las demás carreras; en Cuba los estudiantes deben anotarse en diez opciones tomando en cuenta los promedios históricos del examen de ingreso: si quiere, por ejemplo, estudiar lenguas extranjeras y es un estudiante de 80 puntos y en la carrera se promedia 95, es mejor que no pierda el tiempo en intentarlo. 
Los países con sistema de acceso abierto tienen baja titulación: Bolivia 27%, Guatemala 24% y Uruguay 28%; mientras que aquellos que toman examen presentan altos resultados: Colombia tiene 57%, Brasil 60% y Chile 46%.
El argentino escapa del examen como escapa de la realidad: los números no están bien vistos: podrían demostrarnos que no somos lo que creemos ser.
JORGE LANATA, CLARÍN DE HOY.-

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