viernes, 4 de diciembre de 2015

Pollock de cuerpo entero

Las anécdotas abundan. Una de las mejores la contó Dan Rattiner en su libro In the Hamptons. Resulta que el hijo de un farmacéutico local cierta vez pasó a buscar a Pollock, su compañero de tragos nocturnos, por su casa de Springs.

Gritó desde la puerta el nombre del artista sin respuesta. Como la puerta estaba abierta, se decidió a pasar al interior por si éste estaba en la parte trasera y no lo podía escuchar. Nunca lo encontró, pero al salir se dio cuenta de que entre el ir y venir había pasado varias veces por encima de una pintura gigante de Pollock puesta a secar en el piso y que sus huellas habían quedado marcadas.

Al día siguiente volvió para confesar lo ocurrido, a lo que Pollock simplemente le dijo: "Me di cuenta. Quedó bien. Lo incorporé a la obra".

Robyn Lea, entrevistada por Juana Libedinsky, La Nación revista del 29 de noviembre.-

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