La constatación es terrible. Los franceses miran a los pobres cada vez con mas dureza. Una reciente encuesta demuestra que, para 37% de los interrogados, las personas que viven en extrema pobreza no han hecho esfuerzos suficientes para superarla. En 2009, poco después de que comenzó la crisis, eran solo 25%.
Según otro indicador de ese endurecimiento, el 64% de los franceses piensa que, si quisieran, los desempleados podrían volver a trabajar, y el 44% estima que la ayuda de la sociedad a las familias con escasos recursos las "desresponsabiliza".
"Es inédito, en el pasado las crisis económicas reforzaron la compasión de los franceses hacia los pobres. Desde 2008, se produce lo contrario: los lazos de solidaridad se distienden", observa Jorg Muller, responsable de la investigación y profesor en el Instituto de Ciencias Políticas de París.
Simultáneamente, la idea de que los más ricos deben dar a los más modestos pierde terreno: en 2012, 71% de los franceses deseaban una mejor redistribución de la riqueza. Dos años más tarde, esa cifra cayó a 55%.
Pero el fenómeno no parece ser exclusivamente francés. Y la explicación no es sólo económica: la crisis de representatividad y el escepticismo en la acción política conducen inevitablemente al desinterés de los individuos por la sociedad.
Luisa Corradini, corresponsal en Francia, Enfoques, La Nación de hoy.-
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