martes, 1 de julio de 2014

LA INTUICIÓN MÁS IMPORTANTE DE PERÓN

Perón había tenido en su momento intuiciones brillantes y decisivas. La más importante, la que le abriría paso en la historia, había sido entender, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, lo que se le escapaba a la mayoría de sus compañeros de armas: que su ideario populista y antiliberal no podría consolidarse a través de formas corporativas e instituciones dictatoriales como había sido hasta entonces la norma. En el nuevo mundo que ya se vislumbraba, no le sería posible darle a esa reacción antiliberal la forma que Vargas le había dado en Brasil, Franco en España o Mussolini en Italia: debería legitimarse a través de elecciones, crearse una base popular, amoldar su ideario a las formas de la democracia representativa. La pretendida excepcionalidad peronista, esa unicidad que sus integrantes suelen reivindicar, reside en esto: el de Perón fue el primer populismo que, al tomar el poder en Occidente cuando triunfaba el constitucionalismo liberal, tuvo que hibridarse con él, vivir en su seno, vestir su ropa aunque no le gustara ni le cayera bien.

Pero ahí termina la excepcionalidad. En la cotidiana tensión entre la arquitectura liberal del Estado y su pulsión populista a reducir la pluralidad a la unanimidad Perón privilegió siempre la segunda. Tanto que su régimen, nacido en 1946 de forma constitucional, evolucionó hacia un totalitarismo que de esos vestigios democráticos ya no conservaba nada a comienzos de los años 50.

LORIS ZANATTA, LA NACIÓN DE HOY.-

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