lunes, 19 de mayo de 2014

ESTÉTICA Y CAPITALISMO

-Para usted, ni siquiera el terreno estético escapa al fenómeno. En su último libro, L'Esthétisaton du monde (en proceso de traducción al español), afirma que hemos entrado en un extraño planeta en el cual los valores económicos y estéticos se mezclan y se confunden.
-El capitalismo destruye empleos, desfigura paisajes, contamina la atmósfera, agota las materias primas y a veces quiebra a los individuos. Pero también es el sistema que produce y distribuye bienes estéticos a gran escala. Esa dinámica comenzó a mediados del siglo XIX en forma limitada con las grandes galerías comerciales, y siguió con el diseño industrial, la publicidad, el cine y la música. Hoy nos hallamos en la etapa hiperbólica de ese sistema marcado por la inflación estética. En nuestros días no existe un solo objeto que no esté sujeto al design. Los productos cotidianos, que antes no se veían sometidos a la búsqueda estética, se han transformado en accesorios de moda: cepillos de dientes, anteojos, ¡hasta el papel higiénico! Ese paradigma estético es hijo del capitalismo del consumo.
-¿Qué es un homo aestheticus?
-La aspiración generalizada del hombre actual es la belleza y la emoción. Hoy todos tienen ese tipo de sensibilidad: quieren los últimos jeans de moda, escuchan música, viajan, decoran y redecoran sus interiores, van a los institutos de belleza regularmente. El turismo de masas es exactamente eso: una aspiración generalizada a ir a ver hermosos paisajes y obtener placer. Hay que recordar que no siempre fue así. Antes había que ir a trabajar la tierra. Al regresar, se comía y se dormía. Esto no es un juicio de valor, es solamente la constatación de que nadie escapa al fenómeno.

ENTREVISTA DE   a Giles Lipovetsky | ENFOQUES, LA NACION DE AYER.-

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