domingo, 26 de mayo de 2013

EL MAGNÍFICO QUE NO TUVO UN MAGNÍFICO SEPULCRO

El cardenal  Giulio De Médici, el futuro papa Clemente_VII, encargó a Miguel Angel lo que sería su primer trabajo como arquitecto, y una de sus obras maestras: la construcción de la Sacristía Nueva de la basílica de  San Lorenzo, en Florencia, el templo familiar de la familia.

La obra debería servir como panteón familiar de la poderosa dinastía florentina, y última morada  de sus dos miembros más destacados, Lorenzo el Magnífico y su hermano Juliano, padre del cardenal Giulio, asesinado en plena juventud, y de otros dos Médicis menos sobresalientes, Lorenzo, Duque de Urbino y Juliano, Duque de Nemours, nieto e hijo del Magnífico, respectivamente.

El exilio por razones políticas de la familia, la muerte del cardenal y la marcha definitiva de Miguel Angel a Roma, hizo que solo realizara dos de las cuatro tumbas monumentales del proyecto original, las correspondientes a los dos duques, representados y ataviados como antiguos romanos encima de sus sepulcros, sobre los que descansan sendas estatuas de la Aurora y el Crepúsculo en la del duque de Urbino -a la derecha de la foto- y del Día y la Noche en la del de Nemours, a la izquierda de la foto-, en las que los cuerpos dolorosamente contorsionados, simbolizan la íntima batalla del artista para liberar el alma, aprisionada en la cárcel del cuerpo.

En este terreno, no ha habido quien supere a Miguel Angel.

Los restos de Lorenzo el Magnífico y su hermano Juliano, se encuentran en el sencillo sarcófago que ocupa el centro de la fotomirando al Crucifijo 

Giorgio_Vasari, discípulo y admirador de Buonarotti, hizo colocar sobre el féretro dos estatuas de los santos protectores de los Médicis, Cosme y Damián, ejecutados por dos estatuarios, sobre un modelo del genial escultor, y en el medio de ambas una Virgen con niño de su autoría.-


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