miércoles, 22 de febrero de 2012

CHINA: LOS RIESGOS DEL PRESTAMISTA COMPLACIENTE

Es muy común, por lo menos aquí en Argentina, que muchas personas acudan, ante una necesidad financiera, a un prestamista particular, antes que a una entidad financiera autorizada, debido a que estas exigen una serie de datos, informaciones y garantías, antes de aprobar la operación.

Usualmente las concertadas en el mercado no bancario se liquidan y cobrar en forma más rápida y con menos requisitos que si se gestionara en una entidad financiera autorizada, pero invariablemente suelen tener en el primer caso un costo bastante más elevado que en el segundo.

Entre los países, parece que está ocurriendo algo similar, especialmente entre los de menor grado de desarrollo.

En efecto, los organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial, además del clásico énfasis puesto en el análisis del repago del préstamo,  han incluído en los últimos años distintas  condicionalidades para aprobar una financiación,  vinculadas con el cuidado del medio ambiente, con medidas anticorrupción o con el desarrollo de políticas mensurables de erradicación de la pobreza, que muchos de estos gobiernos no están interesados en asumir formalmente.

¿Cual es el atajo que toman para evitar estos condicionamientos atados a los préstamos?

Como las familias, acuden a un prestamista directo.

En los últimos años, China ha ocupado ese lugar. Según Diálogo Interamericano "en 2010 China prestó a América Latina U$S 37.000 millones, mientras que los créditos del Banco Mundial, el BID y el Export-Import de Estados Unidos sumaron 30.000 millones. En los últimos seis años, según el informe, China colocó en la región U$S 75.000 millones, de los cuales un 91% llegó a Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador" (Economía & Negocios, página 2, La Nación del 17-2).

Su complacencia debe verse no desde la óptica del banquero, sino como un mecanismo cuyo fin es el de facilitar su acceso a los recursos naturales que su crecimiento industrial requiere y lograr influencia política.

Así, en los últimos tiempos ha financiado de manera creciente obras de infraestructura vinculadas a la energía y la minería, cuyo repago se ata a la compra por parte de China de dichas materias primas.

Tratándose de recursos naturales no renovables, el riesgo para los deudores en esta operatoria es evidente: en lugar de financiar inversiones para la transformación de sus materias primas no renovables y obtener así un mayor valor agregado, se endeudan sin demasiadas condiciones para venderlas sin transformar a un solo comprador-financiador, que los reemplazará por otro cuando sus recursos se hayan agotado.-.




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