viernes, 12 de agosto de 2011

TRES BANQUEROS CENTRALES

"Se ha observado recientemente que los estadistas de la primera guerra mundial: Lloyd George, Woodrow Wilson y Georges Clemenceau, no son recordados con la misma reverencia que reservamos para Franklin Roosevelt y Winston Churchill..."

Charles H. Hession, "Keynes", página 146, Javier Vergara Editor


"La culpa mi querido Bruto no es de nuestra estrella, sino solo nuestra"
"Julio César", William Shakespeare



En estos momentos de turbulencias en los mercados, tres banqueros centrales tampoco serán recordados con reverencia.

Ellos son George_L._Harrison, Alan_Greenspan y Jean-Claude_Trichet, los dos primeros ex presidentes de la Reserva Federal norteamericana y el tercero presidente saliente del banco Central Europeo. Los dos americanos pecaron por omisión y el francés por su errática acción.

Harrison, nombrado en su cargo en 1928. En medio de la especulación bursátil más desenfrenada -la compañía Cities Service por ejemplo emitió acciones para con el producido hacerle préstamos a los compradores de acciones-, cuando la Reserva Federal debería haber aumentado los tipos de interés para enfriar el mercado, ésta se negó, alegando que dicha medida no se justificaba, ya que afectaría no solo a los especuladores, sino a los prestatarios ordinarios como industriales, comerciantes, agropecuarios e hipotecas, lo que en principio puede ser cierto, pero tampoco siquiera amenazó con  suspender las operaciones de compra a plazo de acciones -especulando los compradores con venderlas luego a mayor precio- o aumentar la garantía que se exigía a los compradores en tal modalidad -45/50% en efectivo- llevándola a por ejemplo75%. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, la Reserva Federal parecía que en lugar de actuar sobre los mecanismos crediticios que sostenían la especulación, en palabras de John Kenneth Galraith en su ya clásico "El crac del 29", "Era evidente que la Reserva estaba menos interesada en controlar y moderarla especulación que en descargarse de toda responsabilidad por la especulación que se estaba desarrollando". El resultado de esta omisión es conococido: el crac bursátil y la posterior Gran Depresión. 

Greenspan asumió como presiente de la Reserva Fedeal en 1987 y concluyó sus funciones en 2006, constituyéndose el suyo en el segundo mandato mas largo en la historia de la institución. Adherente en su juventud a la filósofa Ayn_Rand, cuyas ideas sobre el hombre, la sociedad y la economía permearon su gestión, especialmente en lo relativo a lo innecesario de la supervisión de los mercados y entidades financieras, ya que Greenspan estaba convencido de que ese era el camino idóneo, debido a la racionalidad de los operadores económicos, lo que los llevaba a maximizar las utilidades minimizando los riesgos, especialmente a través de un nuevo instrumento de inversión, los derivados_financieros, que fueron defendidos por el banquero central como un elemento idóneo para distribuír riesgos, pese a  las advertencias en contrario que recibía de operadores y académicos. El balance de su gestión no puede ser más negativo: su omisión con respecto a controlar más de cerca al mercado de derivados llevó a la crisis de 2008, cuyas consecuencias  todavía se hacen sentir en el mundo, y nadie sabe por cuanto tiempo más se sentirán. La misma se originó precisamente en el colapso un derivado financiero basado en hipotecas de dudosa cobrabilidad que sumió a bancos e inversionistas en enormes quebrantos, que hicieron desaparecer a tres de los cinco mayores bancos de inversión de Wall Street, dos por absorción de otras entidades y el tercero, Lehman Bros. por quiebra, y a que muchos gobiernos debieran emitir moneda y aumentar la deuda pública para, por un lado auxiliar al resto de las entidades financieras sobrevivientes para que estas pudieran seguir funcionando, y para honrar la garantía de los depósitos en aquellas que, debido a su estado de falencia, debieron ser liquidadas. Todo ello si bien salvó a los bancos viables y a los depositantes de los inviables, nos llevó a la actual crisis, donde lo que se cuestiona es, por lo dicho, la solvencia de muchos gobiernos, paradojalmente, de los países económicamente más desarrollados de la tierra.

Por el contrario, al francés Trichet, el segundo presidente del Banco Central Europeo (BCE), lo que se le debe cuestionar es precisamente su accionar, o más bien lo errático del mismo. En efecto, al estallar la crisis de la eurozona, que involucraba -inicialmente- a los países más periféricos, enedudados y débiles económicamente del bloque monetario (Grecia, Irlanda y Portugal) dejó claramente sentado que el banco no se iba a ocupar de las cuestiones fiscales de los países miembros, centrando su accionar en una activa política de aumentos de la tasa de interés, en momentos en que el problema europeo era un horizonte recesivo y no inflacionario. Cuando Trichet advirtió que tal política no solo no valorizaba al euro contra el dólar y otras monedas, sino que, obviamente, agravaba la situación de los paises más endeudados, dispuso, pese a negarlo terminantemente meses antes, como ya se ha dicho, y en secreto, que el BCE comenzara a comprar deuda de los países mencionados, si bien a precio de mercado, o sea con pérdida para los vendedores. Al agravarse la eurocrisis, amenazando ahora a España e Italia, nuevamente, luego  de negarlo, decidió que el BCE comprara deuda de los mismos. Sin ánimo de entrar en una polémica de historia contrafactual, es probable que si Trichet hubiera sido más pragmático, proactivo y menos ortodoxo,  habría fijado sus objetivos en la eurocrisis y no en el valor del euro y la inflación, con lo que la situación no se hubiera desbordado hasta los niveles actuales.

En suma,  y para aquellos que cuestionan la existencia de los bancos centrales,  a los que acusan de generar inflación por sus malas políticas, estos tres banqueros centrales nos prueban que el problema no es la banca central, sino los malos banqueros centrales.

Y como ratificación de lo dicho, esta el ejemplo del legendario Bundesbank, cuyas políticas llevaron a Alemania de país derrotado en la segunda guerra mundial a uno de los económicamente más desarrollados de la tierra, a la par que convirtió a su moneda, el desaparecido marco alemán, en una de las más apreciadas por los inversores como reserva de valor.-

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