lunes, 28 de diciembre de 2009

RAÍCES WAGNERIANAS EN EL MODERNISMO CATALÁN

Un jóven catalán internado en un sanatorio suizo para tuberculosos, Joaquín Marsillach (1859-1883), escuchó por primera vez la música de Wagner, quedando tan impresionado que viajó a Bayreuth, siendo su entusiasmo tal que, antes de morir jóven de la "enfermedad romántica", escribió "Richard Wagner, ensayo biográfico y crítico", que caló hondo en la sociedad catalana de la época, que estaba precisamente en la búsqueda de los elementos que caracterizan la música wagneriana: el nacionalismo, una mitología, un arte y una lengua propios.

Todo esto fue encarnado por el "Modernismo", manifestación artística que se desarrolló en Cataluña entre 1880 y 1930 y que como el "wagnerismo" debía ser un arte "total", en el que debían confluír todas las manifestaciones artísticas del pueblo catalán.

La burguesía catalana, pujante y poderosa, iba a financiarlo.

El modernismo, como su nombre lo indica, era por un lado novedad, originalidad, pero también -como en Wagner- el renacer vigoroso de un pueblo y toda su mitología nacionalista.

El estreno de Lohengrin en 1882 fue el orígen de la instalación de la iconografía wagneriana en el mundo artístico catalán: son ejemplos de ello, entre otros, la "Despedida de Wotan" en la embocadura del escenario del teatro Liceo, como así también los cuatro vitrales del Círculo del Liceo que representan temas de "El oro del Rhin" y la inclusión, en uno de los dinteles de la Casa Serra, obra del arquitecto modernista José Puig y Cadafalch (1867-1956), de un medallón con el perfil del compositor alemán, flanqueado por Sigfrido y el dragón.

Pero es posiblemente en el Palau de la Música Catalana, obra de 1908 del también arquitecto modernista Luis Domenech y Montaner(1850-1923), donde la relación de Cataluña, el Modernismo y Wagner haya quedado plasmada de manera más imperecedera: así, encontramos el nombre "Wagner" escrito en el techo de la sala con el típico "trencadís" (trozos de cerámica pegados con argamasa) muy usado por lo modernistas, así como su busto en piedra en la fachada lateral y, muy especialmente, la Cabalgata de las Walquirias en el proscenio, obra del escultor Pablo Gargallo (1881-1934).-

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