sábado, 8 de diciembre de 2007

Sobre la adjetivación

Una de las cosas que más me sorprendió desde mi reciente llegada a la blogósfera, fue observar como algunos colegas utilizan en sus notas la adjetivación al referirse a algún personaje, en la mayoría de los casos más para descalificar que para calificar.

Por la educación recibida, siempre he creído que lo cortés no quita lo valiente, por lo que trato siempre cuando escribo de no caer en ella , procurando mantener la objetividad, lo que como ustedes saben, no es fácil.

Parece que este es un problema de larga data. En efecto, Georges Clemenceau (1841-1929), el célebre político y periodista, apodado El tigre, quien empezó su carrera como médico y que como Primer Ministro de Francia la llevó a la victoria durante la primera guerra mundial, aconsejaba así a un jóven periodista del diario L´Aurore, del que era director:

-Mire, escribir en un periódico es fácil: verbo, sujeto, atributo, eso si, cuando quiera colocar un adjetivo, me lo consulta.-

7 comentarios:

MarcosKtulu dijo...

Una de las razones por la que no me gusta la literatura de ficción es que se la pasan todo el dia adjetivando sin decir nada. Está bien como culto a la escritura, pero ayuda poco a la proposición. Como verás me gusta lo concreto y objetivo. Estoy seguro que de agarrar una obra de un autor muy adjetivador se puede resumir la historia en una pequeña porción del espacio usado por él.

hugo dijo...

me consta archipreste cattaneo

Marta Salazar dijo...

link!

Stella dijo...

Qué buen post, hugo!
A mi me cansa leer los mismos adjetivos descalificadores todo el tiempo en algunos blogs. Son espacios que visito menos que antes. Al tener menos tiempo para navegar, elijo otro tipo de lectura. Como que aburren siempre con la misma cantinela negativa.
Pero bueno, es una sensación mía, a los dueños de los blogs les gusta y a mucha gente mas también.
Pero además de aburrir, resultan poco creíbles, mas cuando pretenden ser espacios de debate político serio.

Claude dijo...

Es lo que le dijo Zapatero a Chávez, pero a mí me gustó más la actitud del Rey.
Con frecuencia descubro que las buenas maneras son tramposas y muchos las utilizan para ventilar su suciedad, su sentido de desquite y su rabia sin ser rechazados de plano. Uno los reconoce porque generalmente utilizan ironías muy desdichadas, que transmiten un sentimiento feo. En cambio, hay malas palabras muy alegres.
Estoy tentado y quisiera citar una carta de Churchill al embajador japonés en Inglaterra luego de Pearl Harbour y otros ataques nipones, junto a un comentario del mismo autor al respecto:

8 de diciembre de 1941

Señor:
En la noche del 7 de diciembre el gobierno de Su Majestad en el Reino Unido se enteró de que fuerzas japonesas, sin advertencia previa, ya fuese en forma de declaración de guerra o de ultimátum con una declaración de guerra condicional, habían intentado desembarcar en las cosas de Malaya y bombardeado Singapur y Hong Kong.
En vista de estos injustificados actos de agresión no provocada, y cometidos en flagrante violación del Derecho Internacional, y particularmente del artículo 1º de la Convención de la Haya relativo a la iniciación de hostilidades, suscrito tanto por el Japón como por el Reino Unido, el embajador de Su Majestad en Tokio ha recibido instrucciones de informar al gobierno imperial japonés, en nombre del gobierno de Su Majestad en el Reino Unido, que existe el estado de guerra entre nuestros dos países.
Tengo el honor de saludarlo con mi mayor consideración y reiterarme su atento servidor.
Winston Churchill

En algunos sectores no agradó este estilo ceremonioso. Pero, después de todo, cuando hay que matar a un hombre no cuesta nada mostrarse bien educado.

El pasaje está en el Tomo III, Libro II, Cap. XII de La Segunda Guerra Mundial de Churchill.

hugo dijo...

marta y stella: en esta materia mi credo es: duro con los conceptos sin descalificar a las personas.

claude: te reitero, lo cortes no quita lo valiente, sin necesidad de matar a nadie, porque en el campo de las ideas -de esto estamos hablando , no de la guerra, que es la sinrazón y la falta de ideas- de lo que se trata es de persuadir, y para eso no es necesario descalificar al otro, solo es necesario tener mejores argumentos que el.-

Claude dijo...

Hugo: Te confieso que para mí los argumentos son la muerte. Me remito al filósofo germano que no podía soportar a Sócrates.