domingo, 21 de octubre de 2007

Pequeñas historias del viejo radicalismo

El presidente Yrigoyen solía ir al Teatro Colón y a diversos actos públicos acompañado de sus dos hijas naturales, Elena y otra, ambas poco agraciadas. Los periodistas, no sabiendo como llamarlas, y no atreviéndose a denominarlas parientes, utilizaron la palabra familiares.

Cuando Yrigoyen fue derrocado en 1930, una turba asaltó su casa en la calle Brasil -hoy inexistente ya que fue demolida cuando se prolongó la Avenida 9 de Julio. En el lugar existía una placa recordatoria donde hoy hay una playa de estacionamiento, como la misma era de bronce, no si existe aún- esperando encontrar la cueva del Peludo llena de riquezas mal habidas. Lo que encontraron fue una casa modestamente amueblada, destacándose su cama de hierro, tipo hospital, que junto con sus pertenencias, fue a parar a la vereda, donde todo fue incendiado.

Tres años después, cuando murió, una multitud respetuosa y acongojada desenganchó los caballos que tiraban de la carroza fúnebre y la llevó a pulso hasta el cementerio, lo que motivó la famosa frase de Belisario Roldán: Ensanchen las calles que va a salir el pueblo.

Juan B. Justo y quien luego sería su esposa, Alicia Moreau, conocieron a Yrigoyen mucho antes de ser presidente. Justo como jóven médico en los cantones durante la revolución de 1890 y la Dra. Moreau como alumna del Liceo Normal No1, donde el ex presidente era profesor, recordándolo así: "Era un hombre archiconvencido de sus opiniones políticas y además con costumbres personales que encajaban en esa manera de ser. Era alto, elegantón, muy serio en cada clase. Viene a mi recuerdo siempre así. Las alumnas nos poníamos de pie para saludarlo, el se sentaba en su escritorio, dejaba sobre él su sombrero y su bastón y empezaba la disertación...No se metía mucho con la actualidad política en el colegio. Respetaba la libertad de enseñanza, el programa que tenía que desarrollar, de manera que no puede decirse que haya utilizado la cátedra para hacer política"

El sucesor del enigmático Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, era su antístesis. Dandy de la belle epoque y miembro de una de las más distinguidas familias argentinas, había estado junto a Yrigoyen en la revolución de 1890, anudándose desde entonces entre ellos una amistad que se mantuvo pese a todas las vicisitudes políticas que los acompañaron durante su vida política.

Durante la visita del Príncipe de Gales a Buenos Aires, el gobierno de Alvear lo homenajeó con múltiples recepciones y agasajos. Cuando se fue, un preocupado ministro de Hacienda le dijo a Alvear: Se gastó 5.000 pesos. Los socialistas se nos van a echar encima. Alvear le preguntó ¿Para que fecha necesita el dinero? El ministro le respondió Para la semana que viene. Lo tendrá ,respondió Alvear. Dio orden a su secretario que vendiera una esquina de la propiedad de Don Torcuato, lo que se hizo inmediatamente, y su producido fue ingresado por el presidente a la Tesorería, para que la visita de Eduardo de Windsor n le costara nada al erario público.

El dandy Alvear -quien se había enamorado perdidamente de una de las sopranos más exquisitas de su época Regina Pacini, a la que persiguió por toda Europa, casándose finalmente con ella en 1907, lo que hizo que su familia se distanciara de el por haberse unido sentimentalmente a una artista, algo inaceptable para los Alvear- era también impaciente y zezeaba al hablar. Un día, durante un banquete, en el que le sirvieron un plato de huevos, se suscitó el siguiente diálogo con la anfitriona:

¿Les pone sal?
No, zeñora
¿Les pone pimienta?
No, zeñora
¿Les pone mostaza?
No, zeñora
Pero ¿que le pone a los huevos?
¡¡Talco, zeñora, talco!!

8 comentarios:

Claude dijo...

Ja, qué buen relato.
Sí, dicen que Alvear a veces era medio brusco cuando lo hartaban.
Una vez vinieron dos cantantes líricos italianos al Colón y como eran divos no querían salir a escena porque ambos querían hacerlo primero, hasta que Alvear se cansó y refiriéndose al más quisquilloso de ellos dijo: "Díganle a ese gringo de mierd... que si no sale lo meto en cana". ¡Y lo decía en serio!
El cantante se presentó y la función se cumplió.
Tendría que buscar la fecha y los nombres, lo sé.

hugo dijo...

lo anoto ya claude, estoy guardando todas estas pequeñas historias, tal vez algun día me anime a publicarlas, con el solo afán, de que no esten dispersas ni se pierdan.

si era bastante reo y malhablado marcelo pese a ser un alvear, miembro de la triple a en parís junto con los alzaga y los anhorena, cuando se decía allí "rico como un estanciero argentino"

contaba mujica láinez que un día fue a ver a una tía viejita en tiempos de la triple a de lópez rega y la buena señora le dijo: ay manucho a donde hemos llegado, mira a estas familias en que andan!!!

Claude dijo...

Hugo, le tengo muchísima confianza para un, no sé, Anecdotario de la Historia.

Marta Salazar dijo...

querido Hugo!

no hay forma -adecuada- de agradecerte estos exquisitos relatos!

un abrazo!

MarcosKtulu dijo...

Que bueno Hugo, también el complemento de Claude.
Que te parece Gil Lavedra como candidato radical para senador?

hugo dijo...

seguramnete marcos vos sabes más que yo de gil lavedra en el aspecto profesional,entiendo que es un penalista destacado.

a mi no me va políticamente hablando porque fue uno de los numenes intelectuales de la reforma del 94 y es el representante radical en la corporación abogadil-judicial que maneja el consejo de la magistratura.-

MarcosKtulu dijo...

Hugo acabás de pasar admirablemente el test de radical, que te dio negativo. Disculpame si sospeché que tu interés por este partido podía venir de una afilición partidaria y no de una saludable curiosidad intelectual por la historia argentina. A veces el oir hablar de ciertos períodos históricos o banderas políticas lo ponen a uno a la defensiva, es como un prejuicio.

hugo dijo...

entonces no leísta las "pequeñas historias anteriores" marcos.

hubieron de los socialistas, de los conservadores, de roca y de mitre.

ahora estoy recopilando datos sobre los peronistas.